“Reprobar, Repetir, Reelaborar: historia de un estudiante que le va mal en el colegio” Por las licenciadas Goméz Centurión y Schlez.

Los que trabajamos en educación, escuchamos varias veces a docentes, padres y profesionales decir “los chicos son vagos”, “no les interesa el estudio, lo único que quieren es jugar a la play”, “están pensando en cualquier cosa”. Cada vez resuenan más las preocupaciones por estos niños, niñas y adolescentes con los que los adultos no se pueden encontrar, ni saben cómo acompañar. Como si las cuestiones en relación a la escuela no afectaran a los jóvenes. ¿Será así? Pareciera que las nuevas categorías que encontramos se basan en que los chicos son: vagos, desinteresados o con problemas cognitivos. ¿Y si estas son nuestras pantallas/escudos/excusas para explicar lo que vemos? ¿Y si cada chico que vemos desinteresado, en realidad, está experimentando otras emociones que luego manifiesta en la escuela?

El punto está en cómo pensar aquello que le sucede a los jóvenes que tienen un “mal desempeño en la escuela” sin caer, tampoco, en los justificativos “lógicos-lineales-emocionales”: tiene padres separados, tiene ADD, está mucho tiempo solo, los padres no le dan bolilla”.

Nuestra experiencia nos hace pensar la temática desde una perspectiva más amplia y, desde allí, establecer la siguiente hipótesis: no todos los estudiantes que les va mal en el colegio “son vagos o desinteresados o tienen problemas cognitivos”, sino que algo les está pasando.

Nos preguntamos, entonces, qué está sucediendo en el caso por caso. Cada chico se construye con su propio mundo y lenguaje, por lo que descifrar qué les pasa implica conocer a cada uno. Aunque varios alumnos pueden estar atravesando las mismas situaciones conflictivas, los modos en que son vivenciadas y manifestadas estas problemáticas, son particulares a cada chico.

Entender que hay algo más que esas simples categorías nos permite a los adultos,  ver y pensar al sujeto en función de quién es él, quién busca ser, que se espera de él, de qué busca separarse y lograr acompañarlo en la construcción de su identidad.

Sabemos que los procesos identificatorios son complejos. Muchas veces quedamos atrapados en las denominaciones o significantes que nos ofrece el otro. Sucede que estos chicos “malos alumnos” vienen de situaciones escolares, rotulados con adjetivos calificativos negativos. Es muy difícil para ellos separarse de tales palabras que los nombran. Su autoestima, queda hecha estragos padeciendo, ante todo un “no puedo, no voy a poder”.

Todos hemos conocido a esos estudiantes que tuvieron malas experiencias los primeros años de la escuela y que luego quedaron atrapados en un círculo de notas bajas y malos desempeños. Cuando empezamos a conocerlos, nos damos  cuenta que tienen muy poca apuesta y seguridad en sí mismos, pero lo más preocupante es que cuando uno comienza a indagar su entorno cotidiano, se escuchan discursos en los cuales no se espera nada de los chicos.

¿Cómo podemos pretender, entonces, que estos alumnos que vienen “golpeados” por vivir la misma escena una y otra vez, de repente, y sin ningún cambio en su entorno, logren hacer otra cosa? ¿Cómo un joven puede creerse poder ser otro, si los ojos que los ven son siempre los mismos?

Desde este punto de vista es que consideramos necesario construir un espacio que tenga esta mirada diferente sobre el “mal alumno” y poder así, intervenir de otro modo. Entonces, ¿Qué lugar podemos pensar para aquellos estudiantes que les va mal en el colegio? ¿Podemos siempre pensarlo en términos de “vagancia, desmotivación o dificultades cognitivas”? ¿O habría que necesariamente ir un poco más allá, e indagar en su contexto aquellas cuestiones que apunten a intervenir sobre el síntoma que aparece en la escuela?

En esta línea de pensamiento surgen las intervenciones en Aprentia – Acompañamiento Escolar. La institución está conformada por un equipo de profesionales (psicólogos, psicopedagogos y docententes) atentos al contexto de los estudiantes. Creemos necesario apoyarnos en una mirada más amplia de la situación, para poder delimitar esas “identidades” construidas en un entorno específico, que rigidizan el desarrollo y la posición de los niñas, niños y adolescentes. La idea es poder deconstruir el concepto de “mal alumno”, recorriendo el camino inverso, hasta llegar a conocer las bases que lo fundaron. Allí nos encontramos con los discursos primarios sobre los cuales se armó la posición escolar de este joven.

Creemos esencial poder pensar verdaderamente el acompañamiento de los estudiantes por el recorrido escolar. Por alguna razón, los chicos “no pueden”…algo les está pasando y somos los adultos los encargados de reconocerlo y ofrecerles herramientas posibles.

La idea nodal es desenmarañar el concepto de “mal alumno, vago, irresponsable” entendiendo qué sucede y construyendo estrategias que los despeguen de esos significantes. Se arman herramientas que apuntan a su autonomía en la vida, excediendo el ámbito académico. Si acompañamos a los chicos a que puedan organizarse, ordenarse, responsabilizarse por el estudio, los estamos introduciendo en rutinas y hábitos necesarios, no sólo para el tránsito por la escuela, sino para toda su vida.

Apostamos a construir jóvenes independientes y seguros que cuenten con las herramientas suficientes para desenvolverse de manera autónoma en la vida.

                                                                                                    

APRENTIA –Acompañamiento Escolar

Lic. María Lucía Gómez Centurión

Lic. Tamara Schlez